Ahora tenemos herramientas de bendición
Gracias a Dios, en Dinamo comenzamos a vernos como un equipo, y ahora tenemos herramientas que son de bendición. Mi esposa y yo hemos crecido y sé que podemos y debemos seguir creciendo.
Gracias a Dios, en Dinamo comenzamos a vernos como un equipo, y ahora tenemos herramientas que son de bendición. Mi esposa y yo hemos crecido y sé que podemos y debemos seguir creciendo.
Hoy puedo decir que no tengo la misma mentalidad de cuando comencé el taller; he podido crecer espiritualmente, he aprendido a trabajar unida con mi equipo y obtener buenos resultados.
Este taller me confrontó mucho, a tal punto que tuve que cambiar mi forma de pensar en cuanto a muchas cosas con respecto al liderazgo, en especial a la hora de planificar y a la hora de pedir ayuda. Para mí, Dinamo fue un taller sin igual.
El contenido de Dinamo es bastante misterioso: ¿cómo unos cuantos juegos y actividades físicas pueden influir tanto en el carácter de los que participan? Este es mi testimonio en este taller.
Muchas veces la vida nos reta a hacer cosas, que quizás nunca hemos hecho, o a ir a lugares que no conocemos, pero como líderes debemos estar dispuestos a enfrentar desafíos, a asumir con compromiso los retos que tenemos por delante. El rendirse y esperar el paso de la derrota lentamente nunca ha de ser una opción.
Tuve que guiar a un equipo que lo dio todo de sí, pero que, al igual que yo, estuvo casi sin fuerzas, bajo mucha incomodidad, presión por el dolor y a punto de rendirse, pero al final salió victorioso. Con Dinamo aprendí que los equipos son más fuertes cuando todos sus miembros dan el 100%.