Una de las cosas más difíciles para el ser humano es que lo traicionen, pero más doloroso aún es que esa traición venga de parte de un amigo o un colaborador.

Tengo un amigo que se llama Tony, es uno de esos tipos raros que hoy no abundan mucho, de esos que pasas trabajo para encontrar, pero cuando lo encuentras no lo quieres dejar ir. Él es de esas personas que cuando va a hacer algo entrega el corazón y hace hasta lo imposible para que la gente a su alrededor crezca y de frutos. Es amigo incondicional, fiel hasta la muerte. Pero hay una cosa que a Tony lo desanima «la traición».

Hace poco lo vi, estaba callado, y se le veía un poco triste. Mientras caminaba a su lado, supe que uno de sus colaboradores lo traicionó, su trabajo fue cuestionado sin escrúpulos, sus decisiones fueron mal interpretadas, fue calificado como una persona carnal y hasta poco espiritual. Quise defenderlo, y hacer pagar a los causantes de su angustia, pero el solo dijo:

 «Si con Jesús lo hicieron que era el árbol verde, que puedo esperar yo que soy uno seco, no tengo que defenderme, Dios peleará por mí, lo único que necesito es tiempo para sanar mi corazón».

Tony me hace recordar a Jesús, traicionado por uno de los suyos, sin nadie que lo acompañara en su dolor, negado por su amigo, condenado a muerte por sus compatriotas. ÉL enfrentó todo esto y pudo acabar la obra que le fue encomendada, pero en medio de su dolor supo exclamar “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” y fue recompensado y recibió un alto honor.

La traición es algo común en nuestros días, pero lo que no es común es ver a personas como mi amigo que no quiere defenderse y da lugar a que Dios le haga justicia. Un corazón herido por la traición necesita tiempo para sanar, pero cuando lo hace es más fuerte, aprende de la experiencia, afirma su dependencia de Dios y no ve en el traidor a un enemigo sino a alguien usado para moldear su carácter.

El perdón es el antídoto a la traición, cuando eres capaz de mirar a los ojos al causante de tu pena, sin ningún resentimiento, es porque tu herida ya sanó. 

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Cuando sufras la decepción de alguna traición por parte de un amigo o colaborador, piensa en esto.

  • ¿Qué área de mi carácter debe ser moldeada?
  • ¿Me defiendo con mis propias fuerzas, o dejo que Dios pelee mi batalla? 
  • ¿Perdono y sigo adelante, o busco la manera de vengarme?
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Recuerda:

Un corazón herido puede convertir tu vida en un huracán destructivo, darle tiempo al corazón para que sane es un bálsamo y un refrigerio para el alma.

Escrito por Lizandra Barbosa Correa

Facilitadora de Dinamo

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